miércoles, 18 de julio de 2012

Liderazgo personal y social: Jóvenes depresivos y suicidas. Algo anda mal por aquí

Dos chicas de 16 y 19 años se suicidan. En Argentina, un estudio de la Asociación de Políticas Públicas señala que en los últimos años el índice de suicidios en adolescentes creció 102%. Claro, esto no solo sucede aquí.  Por tomar cualquier otro ejemplo, en Rusia se suicidan cada año 3000 niños y adolescentes. La pregunta entonces es ¿Qué está pasando por la cabeza de nuestros jóvenes que se derrumban ante las dificultades, a tal punto de acabar con sus vidas?


Aunque pareciera fuera de este contexto, voy a traer a colación aquel pequeño diálogo que se da entre Alicia, - la del cuento de Alicia en el país de las Maravillas, y el gato de Cheshire, en donde la niña le pregunta al animalito que camino puede tomar. ¿A dónde quieres llegar?, le pregunta él. A cualquier lugar, le dice ella. Entonces, le responde, “para ir a cualquier lugar, cualquier camino te sirve”.

Cuantas veces nos hemos preguntado realmente ¿Dónde quiero llegar? ¿Cuál es esa visión tan poderosa que me impulsa a levantarme cada día con un motivo para afrontar dificultades y seguir adelante? O, esta es  más compleja aún ¿Cuál es mi propósito de vida? ¿Qué sueños persigo? ¿Tengo un proyecto de vida conectado con mis valores y esos sueños?. Preguntas como estas cambian la forma de ver la vida y le marcan un rumbo. Y es entonces cuando nos damos cuenta que cualquier camino no nos sirve.

Sin embargo, este tipo de reflexiones, si nos las hacemos, llegan generalmente cuando ya somos adultos y, dicho sea de paso, pues así lo he observado desde mi experiencia personal y como coach, cuando tenemos una crisis profunda, nos llevan a mirar hacia atrás revisando lo que hemos hecho y los resultados obtenidos. ¿Qué pasaría entonces si este tipo de preguntas nos las hubiéramos planteado a temprana edad o en nuestra adolescencia?

No se trata sólo del ámbito laboral o económico. Hablar de una visión y un propósito de vida va más allá de la pregunta de ¿Qué quieres hacer cuando seas grande?  Es más parecido a la respuesta que arrojaría la pregunta ¿Quién quieres SER  en tu vida?

¿Qué está pasando en nuestros hogares y con los roles de padres? ¿En dónde estamos cifrando los  esfuerzos hacia nuestros hijos?¿Cuáles son nuestras conversaciones con ellos?. Me atrevería a preguntar si eres padre ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que miraste a tus hijos a los ojos y le dijiste que lo amabas? O ¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a hablar no de lo que ha hecho y cómo lo ha hecho, sino como se ha sentido o a que le teme?

Nos preocupamos por dejarles muy en claro las consecuencias que tendrán si no hacen las cosas bien, lo cual es importante claro está, aunque en muchas ocasiones esto se limita a las consecuencias que tendrán en su relación con nosotros “no te perdonaría si haces esto”, “no voy a permitirte que hagas esto otro”…  pero ¿nos preocupamos igual por edificarlos continuamente y apoyarlos para que descubran  sus habilidades y construyan un piso firme de valores y principios claros?.

Son pocas las veces que he encontrado en mis talleres, que los padres conocen cabalmente los sueños de sus hijos y por ende, si no los conocen, cómo pueden apoyarlos para que no solamente los alcancen sino que se preparen para afrontar los problemas que encontrarán en el camino y no se derrumben fácilmente, sino que tengan la capacidad de generar alternativas de solución.

Esto toma una mayor importancia si recordamos la facilidad que tienen hoy los chicos de encontrar consejos en amigos  que solo conocen a través de un chat de cualquiera de las muchas redes sociales de hoy o en ejemplos de vida marcados por películas, novelas y programas creados con fines netamente comerciales, en donde se elevan a la categoría de héroes románticos a los “Romeo y Julieta” de hoy.

Por todo ello es importante apoyar a nuestros jóvenes a construir un proyecto de vida basado en valores y con una imagen clara de quiénes son, conscientes de su propio potencial y dispuestos a emprender acciones para mejorar aquellos aspectos de sí mismos que se conviertan en sus debilidades.

Todo lo anterior, solo desde el ámbito familiar. Ni que decir de otros ámbitos como el educativo y el gubernamental. Se requiere la generación de políticas públicas que promuevan acciones y generen espacios que le permitan a nuestros jóvenes construir y avanzar en sus proyectos de vida y a partir de allí  compartir con sus pares, acciones no solo en su propio beneficio sino a favor de sus propias comunidades, es decir explorar su capacidad de liderazgo social.

Nada quita a cada ser humano la responsabilidad sobre su propia vida, pero si no nos quedamos sólo lamentándonos de las noticias y convirtiendo las estadísticas y cada nuevo caso de estos, en tema de conversación para la hora del mate, de seguro que podemos, cada uno de nosotros desde el rol que nos corresponde y estemos desempeñando en lo privado y en lo público, aportar para construir una sociedad con niños y jóvenes comprometidos con sus propias vidas.

Ese es el liderazgo que se requiere promover. ¿Qué puedes empezar a hacer tu?

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