lunes, 9 de julio de 2012

¿Cómo liderar la familia como si fuera el más importante equipo de trabajo?

 A la hora de liderar grupos  de trabajo es bien sabido que un buen equipo, altamente eficaz, es un  fantástico organismo humano capaz de alcanzar resultados muy por encima de los que individualmente pudiera alcanzar. Esta es una de las premisas básicas para  alcanzar logros compartidos. Y  si esto se aplica para los equipos corporativos, hay otro equipo para el cual toda la teoría alrededor de este tema es apta en su totalidad: la familia.

Por eso al leer cada una de las siguientes consideraciones es válido pensar cómo se están desarrollando en cada uno de los equipos de los cuales se forma parte – familia, trabajo, vecinales, académicos-  y más aún en los que se está liderando.

Uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es que lo que hace más efectivo el trabajo en equipo frente al individual, es la interacción entre los componentes del grupo.  Si un miembro del equipo se siente desmotivado porque piensa que  se ha  ignorado su punto de vista, probablemente adoptará un comportamiento defensivo que puede traducirse en un  mutismo absoluto  y pasa a ser un simple observador, o, en el otro extremo, decide  boicotear de forma sistemática  toda acción y entorpecer así  la dinámica de todo el equipo.

Encontrar las causas de esos comportamientos individuales que generan inconvenientes a nivel grupal es una labor que se debe desarrollar a nivel interno.  Si se es miembro de un equipo y se siente que  hay algo que no está funcionando, antes de proponer soluciones se debe comprobar si los demás miembros del equipo están viendo la situación de la misma manera como la está viendo el líder o uno de ellos. El error más común y el que mayores daños causa a la dinámica de equipo sea cual fuere, es asumir lo que los demás están pensando.

Por eso, la comunicación es un proceso  básico  para el funcionamiento de un equipo, sin la cual no se puede analizar conjuntamente los problemas, ni resolver los conflictos, ni decidir qué acción tomar.
Lo malo es que las conversaciones de equipo, o entre los miembros de la familia, a menudo derivan hacia una secuencia de opiniones individuales y  no se produce un diálogo en donde cada miembro explora atenta la posición de los demás. Es por esto que se debe propiciar un ambiente que permita conciliar opiniones, se  sepa reconocer cuando la idea de otro es mejor que la propia y, de ser el caso,  se critique las ideas y no a las personas.

Un aspecto que favorece en gran medida ese tipo de ambientes es tener una visión compartida que permita crear los resultados que todos realmente quieren. Si faltan buenas razones, se dificulta la tarea de superar los conflictos o las situaciones que se presenten al interior de cada equipo.

Es fundamental que existan  puntos en común entre la razón de ser de una organización y las razones de ser de los miembros que la componen, así que  una de las principales tareas del líder  es favorecer esa conexión entre la aspiración individual y la misión del equipo.

En este punto, el diálogo es indispensable para articular cualquier visión. Pero la reflexión y la indagación son esenciales para realizarla. Cuando un diálogo se fundamenta en la reflexión e indagación resulta más sólido y menos vulnerable a los detalles superficiales como simpatías, antipatías y, sobre todo, a las rutinas.
En este punto, el coaching es una herramienta enriquecedora  y que vale la pena explorar  sea cual fuere el ámbito en el cual se va a implementar.

En resumen, algunos de los factores que influyen para que un equipo funcione bien son una  orientación clara, compromiso de todos, buena comunicación que desarrolle la cooperación, relaciones de interdependencia y mecanismos de apoyo. ¿Cómo están presentes hoy en día estos factores en los equipos de trabajo? ¿En las familias? ¿En tu familia? ¿Qué resultados estás obteniendo? ¿Valdría la pena reforzar algún factor crítico?

No hay comentarios:

Publicar un comentario