lunes, 12 de septiembre de 2011

¿Eres mosca o abeja?

Seguramente el primer impulso es responder: ¡Abeja!  Claro.  Son animalitos reconocidos por su laboriosidad,  trabajo en equipo,  compromiso con la colmena y muchas otras  habilidades. ¿Cómo siquiera pensar que puede ser una mosca? Sucias, van de aquí para allá sin propósito alguno, molestas, en fin.
Eso está bien. Ahora le voy a contar los resultados de un experimento realizado hace varios años. Se introdujeron  seis abejas y seis moscas en una botella y  se colocó  horizontalmente con el fondo apuntando hacia la luz de una ventana. Se observó cómo las abejas no dejaron de luchar por encontrar salida a través del vidrio del fondo, hasta que murieron de agotamiento o de hambre; mientras que las moscas, en menos de dos minutos, salieron por el otro extremo.
Ahora vuelvo a hacer la misma pregunta. ¿Es usted mosca o abeja?

La abeja en su inteligencia y lógica, que siempre ha regido la relación con su colmena, ha aprendido que la luz es una señal que hay que seguir, ellas trazan siempre un camino funcional hacia el lugar donde obtienen los elementos que les permiten sobrevivir, en tanto que las moscas, cuya inteligencia no ha sido comprobada aún, viven de la adaptabilidad a su entorno y perseverancia. Pero fue la lógica y la resistencia a buscar un nuevo camino  lo que mató a las primeras, en tanto que fue el ensayo-error el que mantuvo la vida de las segundas.

Se trata aquí de la capacidad para adaptarse a los cambios del entorno, ya sea a nivel personal o profesional. Dos caminos se abren  cuando las dificultades se presentan ante nosotros: probar las mismas soluciones que en otro momento o para otra persona pudieron ser las más efectivas o arriesgarnos a explorar nuevas alternativas.

¿Es de los que piensa que tendrá resultados diferentes si hace siempre lo mismo? ¿Cuál es su capacidad para crear nuevas alternativas a las situaciones que se le presentan?

Recientemente estuvo en Colombia Timothy Gallwey, autor del “Juego Interior” y uno de los grandes del coaching a nivel mundial.  Retomo una frase de él en donde dice que  Uno sabe cuál es la meta externa. El juego interno consiste en jugar en una cancha distinta y contra obstáculos como el temor”.

Y la rescato porque el temor definitivamente es uno de los principales bloqueos que interiormente sabotean nuestra toma de decisiones. Temor a fracasar, a estar peor de lo que se está en ese momento, a defraudarse a sí mismo o a los demás, en resumen, temor a asumir riesgos.

Cuando esto se presenta lo más importante es enfrentarnos a él y poner en una balanza cosas como ¿Qué costos he pagado por no asumir nuevos riesgos? ¿Son esos los resultados que quiero continuar teniendo en mi vida?¿A quienes más he afectado con esas decisiones? Y esto último es fundamental, pues recordemos nuestra “ecología de comportamiento”, en donde todo lo que hagamos o dejemos de hacer, siempre impactará a alguien más.

Algunas frases que reflejan los escenarios en los que se pone a prueba nuestra capacidad de adaptabilidad: “no estoy contento con el trabajo, pero por lo menos tengo trabajo y eso ya es mucho decir”; “tengo un proyecto entre manos hace años, pero ¿y si fracaso?”; “vivo una relación que me afecta pero no quiero estar sol@”.

¿Ha escuchado alguna vez esas frases? ¿Se las ha dicho a sí mismo?  Se encuentra en el frasco horizontal y en sus manos está elegir si sigue golpeándose contra el vidrio porque ahí está la luz – lo que siempre ha conocido, a lo que está acostumbrado-, o desafía la lógica y busca un nuevo camino aunque pareciera que allí está la oscuridad…