Recientemente se publicó un
nuevo estudio en la revista científica 'PLoS Biology'
en Francia en el que se dan a conocer los resultados de experimentos de
comportamiento y modelos computacionales de toma de decisiones, a través de los
cuales se comprobó que la función frontal humana si bien controla al mismo tiempo no más de tres o cuatro estrategias, favorece la creatividad, es decir, la
exploración y creación de nuevas alternativas.
Durante el estudio, los
investigadores pidieron a un centenar de participantes que averiguaran un
código de 3 dígitos, mediante un método de ensayo y error, en virtud de una
variedad de condiciones. Así, se observó que el sistema ejecutivo favorece la
creatividad humana para compensar su
limitada capacidad de control.
Curiosamente, esta capacidad
para regular la creatividad varió entre los participantes, lo cual explica las
variaciones individuales en diferentes actuaciones y los fundamentos biológicos
de las diferencias personales en la toma de decisiones.
En resumen, todos estamos biológicamente diseñados para ser
creativos, está en nuestra programación genética, pero al parecer, no todos desarrollan esa
capacidad ni la dejan fluir en sus vidas,
negándose de esta forma la posibilidad de explorar para cada situación nuevas
estrategias, lo cual llega incluso a
bloquear la capacidad de innovación.
La diferencia entre ser
creativo e innovar es la misma que hay entre
las visiones, sueños, ideales, utopías, mitos y fantasías… y la posibilidad de
convertirlos en realidad. La creatividad, en el ámbito empresarial, por
ejemplo, da paso a la innovación. El
creativo trabaja con su imaginación y luego el innovador convertirá esas ideas
en realidad. Las ideas necesitan que se las “BAJE A TIERRA”. Es por esto que la
innovación es un proceso continuo, que lleva mucho tiempo y la colaboración de
un equipo.
Bloqueos que impiden avanzar
Ahora, a nivel personal,
desarrollar una mayor capacidad de ser creativo
da ventajas especiales, pues en el momento en que parece que no hay
salida, la creatividad es la única puerta.
Un ejemplo sencillo. A menudo sucede que al escribir un mail damos vueltas y vueltas sobre la misma frase. Nos atormenta…podemos
estar varios minutos buscando la salida en la misma dirección, se nos hace
difícil soltarla y seguir por otro lado. Estamos bloqueados. Y ni que decir
cuando esto sucede a la hora de tomar una
decisión en la vida, afrontar un conflicto o abordar una actividad que
incluya creación como puede ser la fotografía, música, pintura, etc.
Los bloqueos son los candados
que nos impiden avanzar en busca de una solución. Son las barreras mentales que
no nos permite encarar el problema en forma correcta.
Por eso uno de los primeros
pasos para ser creativo, es abrirse a todas las alternativas y para ello, la clave es tomar conciencia de nuestros bloqueos
habituales. De esa manera se puede dirigir la atención hacia ellos. Hay quienes
le llaman las “paredes invisibles”: uno no sabe qué lo detiene, a lo sumo se
siente frenado.
Entre estas paredes están los
llamados bloqueos perceptivos que impiden
percatarse de la realidad de forma clara o
completa, o los emocionales que provienen
del manejo inadecuado de nuestras emociones, muchas de ellas aprendidas desde niños, y van trabando la
creatividad
¿Cómo comenzar a identificar estos bloqueos? Una de
las condiciones para facilitar el proceso creativo es ampliar la capacidad para
percibir estímulos externos e internos, y una de las formas de lograrlo es
hacer cosas diferentes, ejercitarse en ver lo que la mayoría sólo miramos de
paso, superficialmente.
Uno de los primeros pasos
podría ser salir de la rutina y de la zona de confort. Probar realizar una
labor que siempre se hace de la misma manera, de una forma diferente. Tomar por
un camino distinto al tradicional. Saludar de forma distinta. Atreverse a verse
diferente un día.
Brindémonos la oportunidad de
descubrir facultades, intereses, gustos, o aspectos que desconocemos de
nosotros mismos y/o de las personas que nos rodean y por lo tanto enriquecen.
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